Quizás no seas consciente, pero acabas de esquivar una bala. Un dardo envenenado lanzado con mira telescópica hacia tu bolsillo.

Te has librado de meses, o peor aún, de años de peleas con programadores y diseñadores con los que no te entiendes, que te han hecho una aplicación aburrida y sosa que no hay por dónde cogerla.

Todo parecía muy bonito al principio

Te decían que sí a todo, que sabían lo que querías, que tu idea iba a petarla. Incluso parecía que te hacían caso, se reunían contigo y te sonreían.

Pero te la hubieran pegado. Su lema era “Todo por la pasta”.

Te han cobrado por cada modificación que les has pedido, han tardado meses en corregir fallos que ellos han cometido, te han prometido actualizaciones constantes que solo harán “previo pago” …

Vamos, que te han abandonado a tu suerte. Te han dicho que ahora te toca a ti, que pongas de tu parte. Pero tú ya has puesto todo.

No te queda dinero, estás cansado y cuando le enseñas lo que te han hecho a otras personas te dicen: “Tío…siento ser yo el que te diga esto, pero…”